El primer mapa de la luna, correspondiente a lo que podríamos llamar la etapa pretelescópica, es el dibujo de William Gilbert, fechado en 1600 y publicado en 1651. En este mapa, «a ojo alzado», encontramos por primera vez un esbozo, no solo de las formas de su relieve visible a simple vista, sino un intento por adjudicar nombres a sus accidentes: continentes, islas, cabos y promontorios.
Estos nombres ayudan a orientarse en ese mundo desconocido. Gilbert intenta delimitar, en analogía con los rasgos y accidentes de la tierra, un espacio hecho únicamente de luces y sombras que vuelve para desaparecer una y otra vez. En el centro aproximadamente dibuja un Mar Medilunario que se encuentra rodeado de continentes y recuerda a nuestro Mediterráneo. Dentro de ese mar sitúa la Isla Medilunaria; en el extremo occidental hay otra ínsula a la que tiene la tentación de llamar Britannia. Las denominaciones en ese primer mapa tienen que ver con los puntos cardinales y organizan el espacio en términos de contraste: boreal-meridional, occidental-oriental, región-mar.