La exposición virtual que a continuación se ofrece recoge la historia de una aproximación a lo desconocido. Es la cara visible de la escalada del hombre hasta la luna. A través de estas imágenes podemos ver la atracción que siempre ha ejercido el satélite sobre nuestra atención. Tal como está planteada es como un lento y largo zoom de varios siglos.
Este trabajo debe mucho, sobre todo, a la lectura de un libro de Ewen A. Whitaker, esencial para conocer esa historia: Mapping and naming the moon. A history of lunar cartography and nomenclature.
Algunas imágenes pertenecen a la colección privada del autor; otras, a las instituciones, públicas y privadas que se nombran más abajo. Por su generosa cortesía podemos ofrecerlas.
- Linda Hall Library of Science, Engineering & Technology, Kansas City, Estados Unidos
- Biblioteca y Archivo del Real Instituto del Observatorio de la Armada, San Fernando (Cádiz)
- Smithsonian Libraries, Washington, Estados Unidos
- Instituto Astronómico Estatal Shtérnberg, Moscú, Rusia
- NASA (National Aeronautics and Space Administration)
Un mapa de la luna es siempre, además de un icono, es decir, una imitación del objeto representado, un símbolo, pues mantiene una extrañeza radical con el objeto figurado. Es la misma relación que guardan las palabras con sus significados: entre ellas hay la mayoría de las veces un vínculo arbitrario. ¿En qué se parecen las palabras luna, Mond, lune, moon, lua, měsic a nuestro satélite? La mímesis de un objeto tan poderoso desafía continuamente su sometimiento a una imagen definitiva, muestra a las claras, en la representación que de ella hacemos, su extrañeza, su cara oculta. Esto es más que nunca así porque el objeto que se representa ya es en sí un símbolo, infinitamente cargado de significados, con una potencia mítica que quizá no tenga ninguna otra realidad a nuestro alrededor. Es para nosotros la perfecta figuración del misterio, de la luz y las sombras, de la aparición y de la desaparición, de la proximidad y la lejanía, del poder y del abandono. Por ese motivo, lo verdaderamente fascinante de la luna es el intento de ser lo más fiel posible a la realidad en su reproducción, ese esfuerzo por querer estar cada vez más cerca de ella, por convertir en algo familiar su profunda e inviolable singularidad.
Pero el hombre no se ha conformado con representarla solo mediante dibujos, ha procurado dar nombre a cada uno de sus rasgos, bautizar hasta el último de sus montes, de sus fallas y de sus pequeños cráteres con palabras que estableciesen una forma de comunidad con ella. El procedimiento es similar a la bendición de las peligrosas galerías de las minas. Las palabras son en ese territorio de lo desconocido pequeñas lámparas que nos proporcionan un poco de luz y calor con los que acompañar nuestra insaciable curiosidad. Al nombrar los rasgos de su relieve en muchas ocasiones se han utilizado palabras abstractas (fertilidad, tranquilidad, crisis), incrementando así el carácter simbólico de cada una de sus partes. Por analogía se han clasificado sus accidentes con las denominaciones del relieve terráqueo (mares, océanos, cabos, golfos, cráteres, montes). Cuando se ha demostrado que no había ni rastro de agua sobre la superficie de la luna los selenógrafos han mantenido los topónimos de referencias acuáticas. Los nombres de la Luna guardan una relación obcecadamente misteriosa con los accidentes que denominan. El Mare Serenitatis se parece a un mar, pero no hay nada más alejado del concepto de mar y de la serenidad que esa llanura inquietante.
Quizás la luna sea el objeto más representado en la historia reciente de la humanidad. Desde los primeros mapas levantados por Leonardo se han incrementado progresivamente las representaciones. Conforme se iban perfeccionando los aparatos de observación a largo alcance se iban incluyendo más y más detalles en su conocimiento. Nuestra relación con la luna está solo parcialmente determinada por la evolución del hombre. No solo la transformación tecnológica del mundo ha modificado nuestra visión del satélite, la propia tecnología ha evolucionado en parte condicionada por la curiosidad sentida. Desde los arcos esquemáticos y simbólicos de las tumbas prehistóricas de Knowth, del poblado de Meath, descubiertas por Philip Stooke, donde ya aparecen el Mare Humorun y el Mare Crisium, hasta los últimos mapas fotográficos hay, sin embargo, una continuidad y una comunidad en la atracción, sea científica o poética, que todos los hombres sienten por ese objeto tan extraño y familiar. Este trabajo tiene como objetivo mostrar la luna real, esa que según Victor Hugo está entre la luna algebraica de los sabios y la luna metafórica de los poetas.
Sé que la luna o la palabra luna
es una letra que fue creada para
la compleja escritura de esa rara
cosa que somos, numerosa y una.
Es uno de los símbolos que al hombre
da el hado o el azar para que un día
de exaltación gloriosa o agonía
pueda escribir su verdadero nombre.
Jorge Luis Borges
REFLEJOS LUNA CABO DE PALOS
©fotografías Paco Carreño