Hacia el final del siglo XVIII los telescopios fueron notablemente mejorados en sus posibilidades de observación y manejo. Se cree que la Selenografía fue revitalizada por la creencia de algunos astrónomos en la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre. El primer producto de estos avances será el mapa publicado por John Russell en 1797. Realizó también unos globos, las Selenograpias, cuya cara oculta se muestra en blanco. En sus mapas encontramos una perfección insólita hasta ese momento. Russell es un artista fascinado por la visión a través del telescopio de ese mundo extraño de luz y sombra. Al mismo tiempo está empeñado en ser rigurosamente fiel a lo que observa. Estudia los mapas anteriores (Caccini, Hevelius, Riccioli) con el objetivo de superarlos. Durante cuarenta años se dedicó mediante medidas y bocetos a organizar la perfecta representación de su maravillada visión. Su fidelidad es notablemente superior a todos los cartógrafos anteriores. No se sirve de coordenadas ni aparecen en ningún momento los nombres de los accidentes. Hasta la llegada de la fotografía sus mapas se conservan como los mejores ejemplos de belleza y precisión en la representación de la luna.
Cómo puede estar de afectada por la luna una persona joven familiarizada con la Luz y con la Sombra en ese cuarto creciente, especialmente cuando no me habían enseñado a esperar tal claridad y expresión como las que encontré sobre y alrededor de ese accidentado Filo […] estaba familiarizado únicamente con los grabados de mala calidad que se podían encontrar en los diccionarios comunes […] esas insatisfactorias imitaciones, por sus incorrecciones en la forma y en el efecto, me llevaron a pensar que yo podría realizar un dibujo que en alguna medida se correspondiese con los sentimientos que experimenté la primera vez que observé a través del telescopio la luna creciente.
John Russell
“Courtesy of The Linda Hall Library of Science, Engineering & Technology”